viernes, 4 de febrero de 2011

El enchufe


Tiempo,

es lo único que hace falta para darse cuenta de que la vida en un momento u otro nos dará un revés. Y a mi, como a todos, me llegó el momento.

Solo hacia tres meses que me había licenciado en la universidad y ya había encontrado trabajo. Todos mis compañeros de facultad me miraba envidiosos los últimos días, Si, vale, lo acepto. Era un enchufado. ¡Ahora lo daría todo por ser uno de ellos!

El primer día de mi nueva vida empezó como otro cualquiera. Con un buen desayuno que mi madre me puso en la mesa junto con un beso que me deseaba buena suerte, es irónico, pero ahora sé que la necesitaba. Me vestí con ella ropa que se supone que deben llevar las personas influyentes, nunca entendí ese tipo de códigos sociales. Quizás por eso todo aquello acabó como acabó.

Mi padre entró a la cocina con su habitual aire señorial, la realidad, es que no lo podía soportar, pero , ¡Que diablos! Era mi padre, nadie escoge a su familia y a pesar de ello todos seguimos “unidos”, otra gran ironía.

Subimos rápidamente al coche y nos dirigimos hacia la ciudad. Una vez allí entre humos y multitudes fuimos avanzando hacia la corporación Sho. Y una vez allí, subimos por el elevador hasta el que, a partir de ese momento, sería mi despacho.