miércoles, 18 de noviembre de 2009

Y ara un en català, sobre una flor típica de Catalunya...

LA GINESTA
La ginesta altre vegada,
la ginesta amb tanta olor,
és la meva enamorada
que ve al temps de la calor.
Per a fer-li una abraçada
he pujat dalt del serrat:
de la primera besada
m'ha deixat tot perfumat.
Feia un vent que enarborava,
feia un sol molt resplendent:
la ginesta es regirava
furiosa al sol rient.
Jo la prenc per la cintura:
la tisora va en renou
desflorant tanta hermosura
fins que el cor me n'ha dit prou.
Amb un vimet que creixia
innocent a vora seu
he lligat la dolça aimia
ben estreta en un pom breu.
Quan l'he tinguda lligada
m'he girat de cara al mar...
M'he girat al mar de cara,
que brillava com cristall;
he aixecat el pom enlaire
i he arrencat a córrer avall.
Josep Maria Sagarra

Poema que me leian cuando era una enana...

La niña que se va al mar

¡Que blanca lleva la falda
la niña que se va al mar!
¡Ay niña, no te la manche
la tinta del calamar!
¡Que blancas tus manos, niña,
que te vas sin suspirar!
¡Ay niña, no te la manche
la tinta del calamar!
¡Que blanco tu corazón
y que blanco tu mirar!
¡Ay niña, no te la manche
la tinta del calamar! 

Rafael Alberti

Para empezar una serie de preciosos poemas....

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.

Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

                            Pablo Neruda